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Quién manda en realidad

¿Quién manda realmente?

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Si está leyendo esto, espero que sea una persona culta e informada. profesional de uñas. Tus clientas acuden a ti porque eres esa persona. Confían en ti para que les prestes un servicio seguro y eficaz y les aconsejes lo mejor para ellas y sus uñas. Todas son individuales y cada clienta necesita un plan de tratamiento cuidadosamente pensado. Y nadie tiene que preguntarse: ¿Quién está realmente al mando?

El "terapeuta pensante" es un término que me gusta mucho.
Ningún servicio de uñas debe hacerse como el típico paso a paso sin pensar en lo que realmente necesita la clienta. Evidentemente, hay que seguir las instrucciones de los fabricantes, pero se pueden hacer ciertas adaptaciones dentro de una marca de buena calidad con una gama de productos. 

Esta es la situación ideal para un servicio de uñas, ¿verdad? ¿Qué puede salir mal?

Pues bien, estas situaciones pueden hacer que salga mal:

- El cliente que piensa que sabe más que tú, o "Eso no es lo que mi anterior técnico de uñas lo hizo!"

- El profesional de las uñas que, tal vez, esté un poco falto de conocimientos y sea incapaz de adaptarse y recomendar lo más adecuado para esa clienta.

- La profesional de las uñas que aún no ha alcanzado el nivel de confianza necesario para explicar y convencer a una clienta difícil (¡todas empezamos al principio!)

- El profesional de las uñas al que se "intimida" fácilmente para que preste el servicio equivocado

Cuántas veces hemos leído comentarios de profesionales de las uñas frustradas porque sus clientas han insistido en que utilicen una marca específica; han prestado un servicio que no es adecuado para sus uñas porque la clienta "insiste"; han sido intimidadas para que presten un servicio de uñas poco saludables porque el cliente no quiere esperar ni aceptar un "rechazo y remisión".

A menudo, la excusa puede ser que se irán a otro sitio, ya que otro salón les ofrecerá ese servicio equivocado, con lo que podrían perder un cliente. La respuesta ética a esto es: ¡déjalos! No necesitas un cliente que se niegue a escuchar tus consejos profesionales y, lo más probable, es que sea un desastre y vuelva a ti.

Volvamos a la pregunta original: ¿quién manda realmente? ¡TÚ! Tú eres el profesional. La confianza se adquiere con el tiempo y la educación. Confía en tus consejos (aunque cruces los dedos por debajo de la mesa).

No dejes que los clientes te intimiden para que hagas lo que ellos quieren en lugar de lo que tú sabes que es correcto. En mi larga carrera, a menudo he descubierto que "cegarles con la ciencia" funciona muy bien. Explícales, utilizando la terminología correcta, por qué les aconsejas una línea de actuación. Cíñete a tu ética profesional. 

Usted manda en sus servicios de uñas. No se deje convencer de lo contrario.

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